Las dichosas lorcitas y el bordadito me han traído por la calle de la amargura, lo mismo que forrar el vestido.
Y las florecitas, y los detallitos, y el pelo que no había forma de colocar... Y para el año que viene me toca otra porque, claro, la del año que viene también quiere una.
Menos mal que ya con ésta he acabado y cumplió su misión de estar encima de la tarta :-)
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